jueves, 22 de julio de 2010

buscando chance

Estoy a punto de dejar el taxi, el que me ha servido para trabajar por unos años; bueno, en realidad no han sido muchos años, sino desde que encontré este trabajo de taxista (no hace mucho pues). Me he sentido tan a gusto con este carrito que lo he sentido tan mío (vas a perdonar mi constante repetición de mis palabras, pero es que yo soy así, ¿no soy guatemalteco pues? Digo mi, me; me di un mi golpe...), sabiendo que algún día me lo iban a pedir. Así de fácil es la vida. Hoy tenés este trabajo y mañana quien sabe.

Lo más lindo de este trabajo es que me ha permitido conocer gente; con algunas de estas gentes entablé conversación -shute que es uno-; otras veces iba lleno de pasajeros pero en total silencio; eso de llevar gente de un lado para otro me permitió conocer la "siuda" y el país; a veces me tocaba ir a altas horas de la noche y otras veces de madrugada.

Se hablaron de todos los temas por oir y comentar en ese taxi: la familia, los hijos, la soledad, los libros, la violencia, el miedo, la economía, la música, los enojos, eiceitera, eiceitera… es increíble como aprende uno de la gente en esos "ires y venires". Cuando me tocaba esperar algún viaje, pues "me leía un mi librito" que siempre me prestaban en una casa que me servía de biblioteca. En fin, no tengo de qué quejarme, porque lo tuve todo a mi servicio. (a que no te atrevés a contar cuantos me y mi he dejado en este párrafo)

Recuerdo que en casa de mis papás teníamos un televisor chiquito, en blanco y negro; para ese entonces me apuraba en los trabajos del día y así estar libre en las tardes y miraba un programa donde el protagonista era el carro y su piloto. Daba gusto ver ese carro negro que hablaba y hacía todo lo que le pedía su piloto. Me gustaba ver ese programa, y quería tener un carro así. "algún día" -decía entre mis adentros. Cabal pues, lo tuve y me sentí a gusto con este carrito, porque el mío le hablaba a toda la gente, compartía con ellos y ellas sus esperanzas, sus dolores, sus fiestas… hasta llorar a la gente vio ese bendito taxi.

• A dónde la llevo seño?
• Ah sí, claro que conozco la ruta al naranjo, no se preocupe la llevo hasta su casa...
• A dónde va señor, ah, claro los olivos, sí señor, conozco esa ruta…
• ¿al aeropuerto? Pues claro que voy, "ahorita" mismo... ("ahorita es ya" -decía mi mamá cuando le decía "ya voy…")
• Que al mercado, que al parque, que al guarda, que a la antigua, que a san lucas, que, que…
• Sí, me fui a cobán, xela, al mar…

Púchis, sí que recorrió esquinas este bendito carro, o mejor dicho, me lo llevé a muchas esquinas, o me dijeron que me fuera a esas esquinas.

El otro día me llamaron para ir a la feria del libro. Me espera -dijo el señor, o si prefiere se viene conmigo. Venga lo invito a ver los libros y de repente le gusta alguno y se lo compra. Cabal -le dije-, de repente me animo y compro uno también, o en lo que usted compra yo oigo una de esas exposiciones de estos señores que aparecen en el programa. Total, que en lugar de comprar un bendito libro, terminó regalándome el libro que se llama "el hijo del acordeonista". Vieras vos, qué chulada de libro para leer.

Puchis, pensándolo bien, me toco disfrutar grandes momentos en este bendito taxi. A Petén, a Sololá, Xela, Reu… ja! Cuántas esquinas no recorrió este bendito taxi. "así son el vide" -decía aquel señor de la aldea aquella, la verdad es que dejar el trabajo de taxista es algo triste, porque uno se acostumbra a -como te decía- estos ires y venires, pero ahora tendré que buscar un nuevo chance. Malaya, como está de difícil que le den a uno un trabajo. Claro, yo quiero un trabajito que me permita comer dignamente día a día y disfrutar la vida de "lobo estepario".

A ver si no me toca inventarme un chance, porque ya ves, en la calle, para ser preciso, en las esquinas hay gente que aprovecha los semáforos en rojo para hacer unos lenes. Hay quienes con tres naranjas empiezan a hacer cosas bien bonitas. Si no le dejan ningún len, por lo menos se come una su naranjita. Digo yo.

Hay otros bien pilas, aparecen con unas sus antorchas de fuego y empiezan a girar y girar… pobrecitos, además del humo que le dejan todos los carros que pasan de un lado a otro, terminan "chamuscados".

En estas esquina se ven de todos vos, desde niños y niñas que te venden la lotería, los bananos, las flores, unos tus lentes "raiban pues", hasta el viejo aquel que con sus muletas y una corona te pide pisto. Por cierto, hace días que ya no lo veo; ¿le habrá pasado algo al don? Espero que no se lo haya tragado el "hoyo de la zona 2", porque por esa esquina lo miraba. En el lugar del don hay una doña pidiendo, en una palanganita, lenes. ¿será que solo se cambiaron de lugar estos dos?

Estaba pensando que tal vez sería bueno dedicarme a cantar. Tengo una guitarra que me acompaña en mis ratos libres; pero cantar en público es otra cosa, solito hasta uyuyuy grito, pero en público, pa' que te cuento. Ahora que lo recuerdo, hace unos años me invitaron a cantar en un colegio, era para recaudar fondos para la hermana república de El Salvador, si mal no recuerdo (parece que les tocó un terremoto terrible, o tormenta?, pues ahora mismo no se me viene qué fue). Yo fui, pero no ensayé nada, y según yo iba a cantar como "chente" y que la gente me iba a seguir con mis canciones (trova, vos, pura trova) y nada, los patojos ya estaban en otro rollo. Se me quedaron mirando, como diciendo,¿y este de dónde salió? Ja, vos! Empecé a sudar frío, frio, frio… medio canté las dos canciones que seguían y me bajé como un chucho asustado, con la cola metida entre las piernas. Regresé mudo a la casa, con un diploma "de reconocimiento…". De plano que yo no ser artista pues. Así que pensándolo bien, con esto que pasó en aquellos años, pues tengo miedo de cantar, de repente me animo, pero eso será "un de repente".

Pero si no consigo chance aquí ¿qué hago?, le he estado dando vueltas a esa cosa de salir de este país para buscar chance allá por el norte. Me resisto a salir de mi país para ir y trabajar en el otro continente, eso será lo último que haga tal vez en esta tierra, porque ahora le ponen muchos peros a los paisanos que están en alguna esquina de este mundo: o los persiguen por ser morenitos, bajitos o "sospechosos"… malaya el trabajo, la familia, el país y un montón de necesidades que tenemos ¿por qué las fronteras y por qué nos cuesta tanto lograr ese equilibrio entre la ciudadanía mundial?

Te cuento cuando tenga otro chance. Adiós pues.