sábado, 30 de julio de 2011

cambia todo cambia







Está terminando julio, decía la doña.
Sí -atinó a decir el don-, y todo cambia de manera rápida, aunque no queramos…
¿Te has fijado que las serpientes cambian de piel y que dejan la “camisa” tirada en alguna esquina?
Pues sí, les pasa eso porque están creciendo, y porque les sirve como una limpieza de cuerpo; es saludable para ellas.
Es precisamente lo que nos pasa a nosotros, a cada persona, estamos cambiando siempre, y por salud mental, física o emocional, siempre es necesario hacer ese cambio; todo tiene que ser para bien… porque también estamos creciendo.
¿Está de acuerdo con nosotros señor taxista? –lanzó la invitación la señora-
Yo como iba oyéndoles y pensaba en lo que en la vida uno hace, lo que se encuentra o lo que uno provoca, pues me cayó muy bien esa invitación, por lo tanto atiné a decir que sí, que cada persona debe cambiar, y que ese cambio que hace la serpiente –de piel- representa lo que cada uno de nosotros también debe hacer en la vida.
Nos quedamos un rato en silencio, mientras avanzábamos a donde ellos iban. Lo que me llamó la atención de ellos es que eran personas mayores, muy adultas, diríamos, pero que también estaban pensando en el cambio. Nosotros también necesitamos cambiar y por ello, es importante encontrarnos, reflexionar lo que hemos hecho, lo que vivimos y lo que proyectamos.
En el recorrido me juré que las camisas que iba cambiando yo, también debían quedar como experiencias, para no volver a repetir los errores, los dolores, las heridas hacia mí y hacia las otras personas. Que en esta vida no se vale sufrir, sino vivir en libertad… arrastrándonos, tal vez, pero con dignidad, porque la serpiente se arrastra, se desplaza, se mueve y siempre está atenta a toda la sensibilidad que hay a su alrededor…
¿Cómo cambiar para ser mejores?
¿Qué necesitamos los guatemaltecos para vivir con libertad, con alegría, con esperanza ante todos los tropiezos –algunos provocados- que tenemos en la historia social, económica, política y cultural?
Quizá también es el momento para cambiar la camisa –la piel- del desengaño, de la mentira, del odio para recuperar la confianza, la paz, la armonía y la libertad.
Casi un mes estuve en descanso porque mi taxi se descompuso, y estaba en el taller. Lo arreglaron bien; qué gusto da manejar otra vez este vehículo y saber que uno está para servirle a la gente que necesita que uno lo traslade de un lugar a otro; me prometí que iba a dar lo mejor de mí para esta nueva etapa que comienzo con este carrito… llevarlo siempre limpio, digno y sobre todo conducir con mucho respeto al pueblo.
Los señores se quedaron en la esquina y caminaron hacia la calle. Caminaron hacia la libertad…
De repente también nosotros necesitamos caminar hacia la libertad, porque todo es una búsqueda, nada está concluido, siempre estamos comenzando… de repente es hora de comenzar otra vez, de repente…