martes, 16 de noviembre de 2010

Pordiosiiiiito que sí

En un viaje de estos -que te mandan- para el occidente. Run, run, salía el taxista para aquella ruta del "puro frío", como dicen los cuates y ya iba en carreras pue. A aquel lugar donde, como dicen, para no enfriar las manos, solo hacen la seña con la boca para señalar el camino… "uuuullaaaaaaaaaaaaaaa vuuuuueueueueueueueueueuee." total, iba emocionado para hacer el viaje exclusivo para unos mis clientes que tengo. Llaman al jefe para pedir el viaje y le dicen: "nos mandás al mismo que nos ha hecho los otros viajes".

-Seguro pues, es un hecho. Sí, si, se lo mando a temprana hora… adiós (se guardó el celular en la chaqueta)

porque me llaman y voy pa' donde diga el pueblo.

Total, para no cansarte, iba manejando el taxi, y oyendo las radios que hay por esos lados. Le estaba dando vueltas al dial ese, cuando de repente oigo una misa que se está transmitiendo. Fiesta de una virgen y que la comunidad celebraba con mucha devoción, por lo que se oía. Llamó mi atención lo siguiente:

  1. El padre, por su acento español, pues de vez en cuando ponía una frase en el idioma de la región. El idioma k'iche': siéntese, párense, oren… Por lo menos lo ha intentado -dije-. Te has dado cuenta que muchos religiosos y religiosas han hecho una gran labor al lado de las comunidades usando el idioma de la región donde viven.
  2. El pueblo leía en su idioma las lecturas, un k'iche' puro, de esos que sí vale la pena oir. No que ahora, se tiene una mezcla del idioma; yo digo que no debe permitirse esa mezcla del idioma, porque se oye horrible. Total, ahora en las escuelas están ya con una clase que se llama el idioma k'iche', eso es ya un buen avance para recuperar los idiomas, sobre todo este que es de los más hablados. Es el que tiene mayoría de hablantes en este país.
  3. Cantaban en el idioma. Que bonita se oía la melodia de la marimba y las palabras que invitaban no a la culpa, sino a la fiesta, a la alegría, al encuentro personal con uno mismo. Eso debe ser la religión: la celebración de la vida, del compromiso y de la fraternidad… desafíos de una sociedad consumista e individualista que habla de modernidad o postmodernidad.

En fin, te digo, me gustó oir esa misa y valorar lo que cuenta en este caso: el idioma, y el esfuerzo que hace la gente que viene de otros países para aprender y comunicarse con nosotros. Yo me he dicho que ahora, y hoy más que nunca, debemos hablar nuestro idioma, y usarlo correctamente. Pienso que hay que empezar a escribir en nuestro idioma las canciones, los poemas, los cuentos, la historia, y los etcéteras, etcéteras.... Esto no es una invitación, sino una tremenda urgencia. Malaya, dichosos los que hablan más de un idioma. Y a vos que lo hablás, pues que no te de vergüenza.

Pero las anécdotas que quería contarte eran estas, mientras oía la misa, me acordé de aquellos años cuando mamá nos mandaba a misa los domingos. Ella iba más temprano que nosotros, porque siempre quedaba en casa alquien que cuidaba, mientras los otros o demás, estaban fuera. La verdad, a mi no me gustaba ir a misa, me quedaba jugando -en el atrio de la iglesia- futbol (cuando no!). Cuando terminaba la misa, le preguntaba a mis hermanas -ellas si eran fieles católicas-, qué había dicho el padre en su homilia. Sin titubear me contaban lo que había dicho el padrecito. Cabal, cuando entrábamos a casa, mamá preguntaba si habíamos ido a misa, si nuestra respuesta era sí, pues le preguntaba a cada uno, cuál había sido la homilia… vaya, vaya… así salvaba el almuerzo. Eso sí, cuando mis hermanas descubrieron la trampa, también aprovecharon para cobrarse otros favores, así que quedamos empatados en hacernos estos favores.

Ya más grande fue que le encontré el sentido de ir a misa, participar en los grupos que tiene la iglesia, y pues desde ahí, vivir momentos bien calidad de la fe. Yo digo que ahora, no tenemos que ver esas diferencias de que si somos católicos, evangélicos, mayas, o de otras religiones, porque todas estas religiones tienen valores, expresiones que nos ayudan a tener eso que queremos siempre: vida comunitaria. Y eso es un derecho también, dentro de la actitud de la "tolerancia".

Voy con la segunda anécdota. Estábamos en las fiestas previas a la navidad, y en el pueblo se celebraba cada noche "las posadas". Yo tocaba la guitarra, y entonces íbamos cantando en toda la calle los villancicos; en una de estas noches estábamos cantando, cuando desde una casa nos lanzaron agua helada. Ja! Te imaginás el frío y el agua helada… pues temblaba hasta en los huesos de ese frío; de la pura cólera, empezamos a tirar cuetes (cohetillos, pues) a esa casa. Esa noche, el chepe y la maría llegaron todos mojados a la posada. Nos tomamos nuestro ponche, con un chuchito caliente y ya, nos fuimos cada quien a su casa. Ahora que lo recuerdo, pasan en mi mente esos buenos momentos de fiesta, de reirnos, de cantar en las calles, de hacer reflexiones juveniles, de disfrazarnos cada noche, durante los nueve días de la posada, en "josé y maría". "¿quién va a ser el chepe mañana muchá; y la maría? Va pues, te toca a vos y a vos. Quedamos así, hasta mañana pues…"

Subía las montañas y bajaba nuevamente, se miraba calidad el altiplano, allá por el occidente. ¡qué linda es mi tierra! Por Diosito que sí. Puro nacimiento se mira desde arriba, desde alaska, el pueblo de totonicapán; bajas un poquito y a tu izquierda se ve "el xela" y "el salca". Se ve las tierras donde peleó Tecun Uman y donde ahora, sus aguerridos k'iche's sobreviven de pobreza y extrema pobreza. Te das cuenta, somos pobres en un país rico, riquísimo...

Cabal en eso estaba cuando oía la homilia del padrecito. Muy centrado el mensaje, como que iba de acuerdo a la realidad que vive la gente, y los desafíos sociales que tiene la comunidad. Que cosas vos, me acordé de un cura que conocí hace unos años; un cura que me enseñó a trabajar con el pueblo; a gastarse día y noche por la gente. A este cura lo acompañé unos años allá por el norte, no como su monaguillo, sino en unas jornadas de misión que hacíamos en esas tierras. Vieras vos, que cosas son estas las que da la vida. Era como hacer la primera comunión con este padre. Me enseñó la fe del pueblo, su manera de celebrar y vivir a profundidad su compromiso. Siempre que me acuerdo de èl, vivo con más ganas el encuentro personal con diosito. Porque de que hay gente cabal, los hay vos, aunque te cueste creerlo ahora.

Así decíamos de patojos: pordiosito vos, y nos llevábamos la mano en la boca, en forma de cruz, para decir que era verdad.

Ja! Y que contarte de los retiros que hacíamos con el grupo de jóvenes. Una fe bien chilera y chula, que para nosotros era como hacer la confirmación cada día. Así iba recordando a ese pueblo y esos años de hace un tiempo, porque eso fue hace unos "cuantos añitos". Ver las calles del pueblo, donde pasaba la procesión, donde caminaban los cucuruchos, las calles donde pasaba el patrono de la fiesta. Puchis! Qué fe más profunda tiene el pueblo. Llegando al lugar donde me esperaban mis clientes, me pregunté entonces ¿por qué no logramos vivir en la tolerancia, en las condiciones de vida más dignas, en respetar las consultas del pueblo, en apoyarlas en su desarrollo local… ¿por qué?

De repente te cuento más historias otro día, pordiosito...

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