Estos viajes que uno hace está lleno de vida, anécdotas y sobre todo, de mucha paciencia. Viene a mi mente unos días que nos quedamos en el taxi atrapados en la ruta que conduce de Cobán a Petén, y esto por las tremendas lluvias que estamos aguantando en estas últimas dos semanas del mes de octubre.
No sólo por la parte de compromisos que uno lleva sino lo que significa quedarse tres días en la ruta; imaginate como son esos días en el que nos quedamos atrapados, porque en la medida que avanzamos hacia adelante, ya no podíamos volver atrás porque los derrumbes o "los ríos que se crecieron", decían los que se iban sumando a la cola de carros, camiones y microbuses que teníamos en nuestra fila, pues se hacía ya imposible regresar y "dar la vuelta".
Estar en la orilla y, menos mal, cerca de una aldea que nos dio de comer durante los tiempos de comida; por cierto que comimos frijolitos, tayuyos, tortilla con queso y otras veces "puros chuches". Pero lo que llamó mi atención fue aquello de que si querías cruzar el río, los vecinos improvisaron una balsa; claro, había que pagar una cantidad para esos 100 metros que te ayudaban a cruzar… no, si los vecinos improvisan, y recrean cuando de "centavitos" se trata. Me hubiera gustado la solidaridad y que cruzaras de gratis, pero "neles", ese día todo era pagado.
Cabal, eso es lo que me imagino estará pasando en algunos puntos de este país, cuando nuevamente se vuelven a tapar las carreteras por los benditos derrumbes y ni modo, hay que pagar "si querés llegar rápido" a donde vas…
Esos días, no solo dormimos mal, comimos más o menos, sino que quedamos mal en la entrega del informe. No nos perdonaron e hicieron una carta de llamada de atención, diciendo que "éramos unos irresponsables" porque no cumplimos con la entrega del famoso informe.
Un poco de rabia, tristeza y cansancio, pero al final llegamos a donde debíamos y nos volvimos como chuchos, con la cola metida entre las patas, y volver a empezar. Esta vez, nuestro regreso, lo hicimos por la otra ruta, por si las moscas…
Las noticias de estos días son parecidas a esas jornadas: casas inundadas, ríos crecidos, derrumbes, puentes que se fueron enteritos, y lo más triste niños, mujeres y hombres que murieron. Hoy se pide solidaridad para con nuestros paisanos que sufren las inclemencias del tiempo; que aportemos con lo básico para ir "paliando" las necesidades del pueblo…
Mientras los otros, los pocos de siempre, estarán echando cuentas de cuánto van a cobrar por reconstruir aquello que hicieron mal, de aquello que significa ganancia para sus bolsillos al entregarnos obras de muy mala calidad. Es cierto, que también hay que ser cabales, también es el nivel de responsabilidad que tenemos todas y todos por hacer mejor uso y aprovechamiento de nuestros recursos. Tienen mucha razón nuestros abuelos cuando decían, hay que volver la mirada "al buen vivir".
Los ciudadanos tenemos responsabilidad de usar bien los recursos que tenemos; pero también lo tienen las grandes empresas que no han hecho más que crearnos necesidades y convertirnos en sus consumidores, sacrificando la contaminación y destruyendo nuestra naturaleza…
¿Cuántas tormentas, precipitaciones pluviales, huracanes vamos a seguir teniendo como consecuencia de esta cadena de rompimiento y destrucción del medio ambiente?
De repente tienen eco mis palabras, de repente...