sábado, 8 de octubre de 2011

un día en la calle

Llegué de madrugada, 4:30 de la mañana, hacía frío. Caminé despacio hacia donde estaba la casa con techo de lámina más salido. Me quedé parado, porque sentarme no podía, si estaba el piso mojado pues. Miré hacia los lados y la gente empezaba a llegar y cruzarse entre sí, muy pocos pero llegaban a subirse al microbús que los llevaría hacia algún lugar…

Te da esa sensación de que estás solo. Sentí helado todo el cuerpo, la lluvia caía con más fuerza y yo empecé a sentir miedo cuando me vi solo en esa calle principal del pueblo. Silencio, gotas de lluvia, chorros que caían de la lámina. Me dieron ganas de estar en mi camita, dormir y despertar cuando el reloj me diera el primer "tilín…"

Eso ya no es posible pensé, estoy aquí porque el chance me obliga a estar en esta esquina. Quería que amaneciera rápido para empezar la jornada con el pueblo. Dieron las cinco, y me fui a la esquina, donde está la señora que vende cafecito caliente.
- Me da un cafecito porfa,
- Seguro, con este frío y lluvia, vale la pena joven…
- Sí,- atiné a decir-; mientras tanto, el ayudante del microbús gritaba "santa elena, santa elena..." lo cantaba entre dientes, tapado con su chumpa

Amaneció lentamente ese día, muy lento, pero no dejé de sentir esa soledad, miedo y pena por un país que se descompone poco a poco… pena porque muchos niños o gente que duerme en la calle pasan ese frío que yo sentía también; hambre o sed y la necesidad de tomarnos un cafecito… tantos gustos que muchas personas no pueden darse ¿por qué hemos llegado a tamaño frío, soledad?

La lluvia poco a poco fue menguando y el sol se sacudió entre las nubes para prepararnos un día de calor… de esos calores que de plano sacuden las chumpas y camisas. Sudar y sudar fue lo que se experimentó ese día, para luego al cierre de la tarde volver a llover, pero esta vez ya en una camita que los cuates me prestaron para pasar la noche.

Te has dado cuenta que el clima cambia repentinamente: se siente el calor, el frío, la lluvia y luego el día nublado. Es increíble como nos vamos acomodando en estas circunstancias y, sobre todo, que el trabajo también marca su ritmo. Extrañaba mi taxi, que dejé en el taller para estar listo en los próximos días que vuelva, porque de plano es el que saca las penas y las conversas con la gente.

Un día como todos los demás, estaré conociendo la ruta; ver los paisajes verdes, los ríos crecidos, los puentes que se cuelgan por puro milagro. La gente que vive cerca de la orilla del río está que se lleva todas sus cosas a "rempujones" porque el agua ya entró al ranchito… cada año el mismo ejercicio ¿y a dónde van pues, si es el único lugar que tienen para vivir?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

la escena me ha trasladado a esa tierra querida... lluvia, calor. Y vida que sigue aun con dolor.

Anónimo dijo...

imaginate, dieron duelo nacional por don facundo cabral (que se lo merece, sin remordimiento, ni culpas, claro); pero NO para las 27 víctimas que hubo en la libertad, petén...