Hoy me dijeron que se hacía un pequeño cambio en la ruta del cada día. Te vas de viaje para el occidente, me dijeron.
- ¿te podés ir al interior? Me preguntó el jefe.
- Pues yo digo que sí, le contesté. Al fin y al cabo que él sabe que soy del occidente.
- Te vas mañana temprano, llevas a unos turistas con vos; allí en la bolsa hay unos mapas, y te podés fijar en uno que otro lugar para enseñarles… entre todos los trabajadores (remató) te mando a vos, porque por lo que he oído sabés un poquito más de tu país, de tu gente, y no que los otros…(sonó a burla lo que dijo de mis paisanos)
- Ah, pero si me da chance, también les puedo enseñar a ellos que conozcan y amen su país, le contesté con un poco de picardía.
- No te pasés de listo pues, por ahora a seguir trabajando en la ciudad…por cierto, ¿dónde estás ahora?
- Por el porvenir de los obreros, le contesté
- “Ah va, atento a las llamadas pues”… otras veces me dice: “vale, vale”
Seguí avanzando lentamente, como esperando que algún conocido me hiciera el alto y así poder llevarlo. Me dieron ganas de llevarme a aquel anciano que vi caminando lentamente, pero no podía porque si me cachan, pues me lo cobran, o me despiden…
- al diablo, dije. Si me lo cobran, que me lo cobren.
Pero luego pensé
- y que tal si este anciano me dice, déjeme que voy a mi bola… ¿o si le inspiro miedo y desconfianza? ¿Y en eso grita y llama a la policía?!!
Mejor seguí avanzando por la segunda avenida de la zona 1. Atento al radio del taxi. Qué chilero se siente mirar a la gente de la ciudad: Caras alegres, otras caras preocupadas, otros con desconfianza… yo por si acaso, miro a las mujeres. Malaya, qué bonitas son, pero más malaya, ni tiempo tengo para ellas… mejor sólo las miro.
¿No te has fijado que en Guatemala hay mucha juventud? La mayoría de gente que miro caminar, correr, son jóvenes…
De repente me sentí joven… y también caminé un rato con ellos… no me sentí solo este día.
- ¿te podés ir al interior? Me preguntó el jefe.
- Pues yo digo que sí, le contesté. Al fin y al cabo que él sabe que soy del occidente.
- Te vas mañana temprano, llevas a unos turistas con vos; allí en la bolsa hay unos mapas, y te podés fijar en uno que otro lugar para enseñarles… entre todos los trabajadores (remató) te mando a vos, porque por lo que he oído sabés un poquito más de tu país, de tu gente, y no que los otros…(sonó a burla lo que dijo de mis paisanos)
- Ah, pero si me da chance, también les puedo enseñar a ellos que conozcan y amen su país, le contesté con un poco de picardía.
- No te pasés de listo pues, por ahora a seguir trabajando en la ciudad…por cierto, ¿dónde estás ahora?
- Por el porvenir de los obreros, le contesté
- “Ah va, atento a las llamadas pues”… otras veces me dice: “vale, vale”
Seguí avanzando lentamente, como esperando que algún conocido me hiciera el alto y así poder llevarlo. Me dieron ganas de llevarme a aquel anciano que vi caminando lentamente, pero no podía porque si me cachan, pues me lo cobran, o me despiden…
- al diablo, dije. Si me lo cobran, que me lo cobren.
Pero luego pensé
- y que tal si este anciano me dice, déjeme que voy a mi bola… ¿o si le inspiro miedo y desconfianza? ¿Y en eso grita y llama a la policía?!!
Mejor seguí avanzando por la segunda avenida de la zona 1. Atento al radio del taxi. Qué chilero se siente mirar a la gente de la ciudad: Caras alegres, otras caras preocupadas, otros con desconfianza… yo por si acaso, miro a las mujeres. Malaya, qué bonitas son, pero más malaya, ni tiempo tengo para ellas… mejor sólo las miro.
¿No te has fijado que en Guatemala hay mucha juventud? La mayoría de gente que miro caminar, correr, son jóvenes…
De repente me sentí joven… y también caminé un rato con ellos… no me sentí solo este día.