miércoles, 8 de julio de 2009

la carrera



-En la vida se pueden sustituir las cosas, los trabajos, pero sustituir a las personas, el cariño de un papá… no sé, contesto él.

Iban en el taxi, les oía contando soledades, madurez o inmadurez –si se puede llamar así- a lo vivido, lo que les espera en los próximos meses de compartir, de trabajar, de entregarse a los demás. .. y se quedaron callados.

“Salga por la san Juan, porfa” me dijo “y se mete por la ciudad de plata, ahí vivo”…
“a sus órdenes” contesté.

Interrumpió el silencio y dijo:
-¿por qué sentís celos?
-no sé, contestó. Creo que es sólo la impotencia de no poder disfrutar con tus hijos como quisieras, sólo los ves por ratitos y de ahí nada más… de repente es mejor dar calidad de tiempo, se contestó con un nudo en la garganta.

Yo te lo digo, porque al cruzar la esquina, cabal la luz de la calle, le dio en el pescuezo, y con el espejo de dentro, le vi la manzana de adán… se puso grueso y lentamente bajó el trago amargo de la soledad…

-¿Pero no te parece que si tus hijos quieren y se sienten queridos por él, por qué ibas a causarles daño?

-Pues si es así, me parece que ya me ganaron hasta en eso…para nada pretendo causarles daño, contestó. Sólo voy a ser responsable en la parte económica, y a gastarme en el trabajo por eso, porque para lo demás… ya perdí.

Me dio pena oír eso, pero por mi mente vinieron todas las historias de papás que conozco. Hay algunos que les vale estar atentos por sus hijos, los que van dejando hijos por ahí; los que golpean a sus hijos, o los maltratan, abusan, pegan…
Este trabajo de taxista que tengo es super grueso, me entero de cosas alegres, tranzas de la gente (de cualquier tipo) o de cosas tristes y dolorosas a veces, como el de ahora…a veces me da miedo.


-No sólo no tengo ya familia, estoy casi a punto de perder el trabajo, y es más me han cambiado definitivamente, porque el nuevo estadio de trabajo no me permitirá compartir mucho con mis hijos… así que volví a perder. Cuando consulté si era conveniente hacer el cambio, me dijeron que lo más importante es el trabajo… “vete” (se oyó desde dentro).

-¿y qué hiciste?
-Encogí mi cola y salí triste.
¿Has visto alguna vez a un chucho de la calle?
Pues sí, así me sentí ese día. Si iba caminando por la acera, me pateaban y echaban.. “quítate, shuco” y me miraban con odio; si iba en medio de la calle, los carros me pitaban o pasaban empujándome… “¡perro de mierda, salíte del camino!” me pasaban gritando. Los niños que estaban en los comedores de la esquina se reían de mí, comían y comían, haciéndome caras, pero nadie me dio un pedacito… menos mal no tenía hambre. Ese día sólo quería buscar un monte, subirme, con fuerza y desde dentro aullar… ¿te imaginás ese cerro, desde donde podés ver la ciudad? Conozco un lugar así, remató con suavidad…

Tuve que interrumpir la tremenda anécdota del señor, y les dije: “llegamos señores…”

-gracias, aquí me quedo yo, el señor sigue… me llamás cuando llegués…
-no te preocupés, yo pago…

-Siga por favor, me dijo
-¿A qué dirección señor? Le pregunté
-¿Puede llevarme a un cerro que conozco? Me dijo… de repente le guste oír a un perro que aúlla por esos lares, y póngame algo de música, de cualquier radio…

Sí señor, contesté, de repente me guste oír a ese perro.

Pisé el acelerador y salí de la ciudad de plata… rumbo al cerro…

1 comentario:

Esti dijo...

creo que ese papá, tan lleno de amor y tan consciente, difícilmente podría dañar a sus hijos.

y nadie podría sustituirle en el corazón de ellos.
nunca.