martes, 30 de marzo de 2010

cometas en el cielo

Me tocó llevar a una señorita al aeropuerto,

- Dele un poco rápido porfa, voy tarde…
- No se preocupe seño, le dije, iré por los extravíos que conozco.

Era una hermosa mujer. Describirla me quedaría corto, mejor te la dejo, para que te la imaginés vos. Sólo eso dijo y se puso a leer "un" su libro.

- Llegamos, le dije con un cantadito de amabilidad.
- Que bien

Miró por todos lados, como buscando entre la gente a la persona que llegaría. Le salían los ojos. Yo se los vi vos: azules como una tarde de cielo azul. Pensé en aquellos ojos que a mí me miran con odio, con mucha rabia. Porque aunque vos no lo creas, los ojos comunican. Yo como que puedo leer ya la mirada. Pero ese no es el caso de hoy. Los ojos de hoy eran unos ojazos listos para irradiar, iluminar y amar…
Me pagó y se bajó corriendo. Corrió a un punto fijo donde ya había ido la flecha de "cupido". A lo lejos la miré volar y abrazarse efusivamente a su amado.
Como es costumbre, siempre miro la parte de atrás de los asientos, para ver si no se olvidan de algo los pasajeros que llevo. Cabal me encontré con un libro que quedó tirado, el pobre. Leí la tapa, "cometas en el cielo", de un tal khaled. Levanté la vista para ver si ya venía por su libro, pero estaba volando ya, parada de puntillas, como una bailarina, sostenida por su amado. La gente, el pueblo, se hacían a un lado y sonreían con celos al ver aquella pareja que ignoró al pueblo, para ellos dos no existía el pueblo. Sólo estaban ellos dos en el jardín del edén.
Aproveché para echarle una hojeada al libro. Zas!, me encontré con unas páginas que decía:

" (…) me has preguntado sobre el pecado y quiero explicártelo ¿estás dispuesto a escuchar?
(…) - bueno dijo Baba (papá) (…) sólo existe un pecado, sólo uno. Y es el robo. Cualquier otro pecado es una variante del robo. ¿Lo comprendes?
-Cuando matas a un hombre, le robas la vida -dijo Baba-, robas el marido a una esposa y el padre a unos hijos. Cuando mientes, le robas al otro el derecho a la verdad. Cuando engañas, robas el derecho a la equidad. ¿Comprendes?
(…) -No existe acto más miserable que el robo -dijo Baba-. El hombre que toma lo que no es suyo, sea una vida o una rebanada de naan…, maldito sea. (…)"


En esas estaba cuando oí un gorgorito que "pititititiiiiiteaba" una y otra vez, y otra vez. Yo me hice el loco, seguí agachado, como que no era para mí. El señor policía se me acercó y dijo: "muévase!". Quise seguir "ojeando" el libro, pero me quedé en esa parte bonita, reflexiva y directa con el que iba el diálogo del papá Baba con su hijo.

-estoy esperando a aquellos señores, le dije señalándole con la boca.

Porque así como somos nosotros, un poco trompuditos, tal vez por mucho señalar con la boca, rematé "uuuullá vuuueeeee"

El señor policía levantó la vista y sonrío. Se dirigió a mí otra vez y dijo: "usted y yo nunca tendremos un recibimiento así"

- Malaya, dije, nunca

- Bueno, pero píteles pues, porque se nos paraliza el aeropuerto con este par de tórtolos

- Mejor voy a decirles que se apuren, le dije al poli.

La verdad, no esperaba que se fueran conmigo en el taxi, más bien se lo dije como una salida para hacerle creer al poli que era viaje exclusivo. Era para devolverle el libro a la señorita.

- Seño, se dejó su libro en el taxi, le dije
- Ah, vale, gracias, dijo.

El chavo que estaba sostenido en esos brazos de cielo azul dijo "hola" y se fue abrazadito con su amada.
Subía ya en "mi" taxi cuando un viejo barrigón, bigotudo y con señas de "mala leche", pidió el viaje. Yo me "santigué" por si acaso. Uno nunca sabe si le llegan a robar la felicidad de hacer felices a los otros cuando se les lleva en el taxi.

Que oficio más bonito este que tengo, toca de todo, pero lo de ese día, en el aeropuerto, nunca lo voy a olvidar. Es decir, me di cuenta que mi trabajo hace felices a las personas, sea cuales sean las situaciones, por lo menos en este mes de marzo, toca hacer felices a las personas.

Miré para arriba. El cielo estaba azul, busqué un barrilete y nada… me sacudí la cabeza, como espantando algo, estamos en marzo pensé.
Un "friyito" que me caló en los huesos me regresó a la ruta del tremendo tráfico de la hora en punto.

De repente me pague este señor, dije, aunque sea que me diga ¡gracias!, me doy por satisfecho de que lo he hecho feliz a él también; tal y como hice feliz a la señorita aquella, llevándola corriendo al aeropuerto a encontrarse con su felicidad.

domingo, 21 de marzo de 2010

noche de tristeza como regalo

Era tanta mi tristeza que hasta el sueño se espantó de mí. Me ha dejado solo hasta conmigo mismo. Daba vueltas y vueltas conmigo. He querido dormir y no he podido; mejor me he levantado para contarte mi tristeza.

Me quedé pensando en aquella palabra que oí en mi taxi: "se hiere donde más se te ha herido"

Me he puesto ha pensar en qué momentos de la vida he herido yo, a quién, a cuántos, cuándo, cómo. Me cuesta encontrar respuestas, o será que no las quiero aceptar.

Herí aquella vez a una señora porque no le regalé nada en un día de la madre. Ella iba acompañada de otra señora, mamá de un amigo. Se iba de la fiesta y dije: "antes de que se vaya, reciba este regalo" (según yo, había quedado bien con la mamá de mi amigo) Me dí cuenta de mi torpeza en la noche, porque no le di un regalo a la otra madre que la acompañaba. Esa noche me sentí triste y muy mal porque no felicité a la otra señora. Me dio coraje, y no me he repuesto nunca. Por eso ahora, me cuesta regalar algo, porque siento que se queda corto mi regalo… además, no sé que regalar.

Regalé mi cariño, tal y como soy, pero creo que lo regalé mal porque me dejaron...
Regalé mi trabajo, y nadie me felicitó, siempre hubo más trabajo, cada vez más y más…
Regalé al taxista que soy y no me entendieron, me dejaron siempre...
Mejor me he regalado a mi mismo esta soledad, y es como mi sombra, se ha pegado como mi pijama vieja y rota que ahora esta conmigo platicando con estas letras. Creo que nunca me va a dejar… es más, ya me llamó: "venite a dormir", me dice otra vez...

De repente le regale mi sombra, para que sea el único que me acompañe, no le quiero regalar la tristeza, porque eso duele, de repente se espante con mi sombra y se va de una vez.

Me volvió a llamar: venite a dormir. Tengo miedo de ir a la cama.

Es tanta la tristeza de ahora que me siento como el niño que quiere dormir con la luz encendida en su cuarto; quiero tener un pañuelo para usarlo como la alfombra voladora, quiero tener una almohadita y un conejito que suene para que me acompañe en el viaje de subir montañas y ver el horizonte… no quiero estar solo.

Quiero ser como niño y estar cerca de los niños para jugar, correr, bicicletear, leerles cuentos, jugar al escondite otra vez. Quiero decir: un, dos, tres, cucu…

De repente me siento niño y grande a la vez. Bañar a los pequeños y vestirlos; verlos crecer y jugar en su columpio de madera; verlos correr con su perro que mucho quisieron (su chaim)

Estoy llorando para ver si espanto a la tristeza, a ver si se moja y le da frío y se va a otro rincón… hoy ni la luna salió, por eso le da miedo salir de este cuarto prestado que tengo.

De repente… de repente se va mañana.

lunes, 1 de marzo de 2010

viernes de vias-crucis

Por qué será que nos estamos acostumbrando a la hueva?
Ya no queremos caminar; paramos el bus donde nos de (¿o dé?) la gana.
El bus se estaciona donde le de (…) la gana, se puede quedar cruzado que no pasa nada…
Todos los carros están ya con sus vidrios polarizados y dan miedo. Es su gana
Podes ir en un carro nuevo, último modelo y no pedís vía. Mano, ¡qué te pasa! Es su gana
La via izquierda es solo para pasar al otro carro… pero no te da la gana y te quedás haciéndole al otro la vida imposible. Sencillamente porque no te da la gana… te quedás mirándole la cara. Bien dicen que algunos son de izquierda sòlo cuando van a pasarle al otro por la izquierda; pero los frustrados, se quedan ahí para aparentar. Malaya de gente...

Yo por si acaso voy ni muy despacio, ni muy rápido, porque de repente me sale un viajecito en el taxi. Estoy siempre ojo al cristo.
-¿por qué no avanza esta fila? ¿será que están arreglando más adelante la calle? -porque aquí en la "siuda" estamos ya como aquel otro departamento que en lugar de llamarse Santa Cruz del Quiché, ahora le dicen "zanja cruz del quiché". Nunca terminan de arreglar sus calles…- en fin, no era eso lo que pasaba, más bien pasaba la procesión del cristo de nazareno. Me lleva la mera mira, me dije, sólo eso me faltaba.
-la procesión pasó lentamente enfrente de mi taxi. Pude ver las caras todas tristes, -algo así como diciéndote: "yo te lo juro que yo no fui"- la imagen del cristo tenía una mirada fuerte, hasta con la frente arrugada me pareció que estaba. Frente fruncida, dirías vos, algo así. Entre enojado o incrédulo…
-Ahora entiendo, dije, prefieren llevarlo a tuto y no mirarle a la cara. Claro ¿a quien le gusta que le digan en su cara que está robando, matando, violando, abusando?

Estaba en esas cuando recibo una llamada a mi cel. ¿O entró una llamada a mi cel.? ¿Cómo se dirá mejor?
-¿como estás gordo?
-si supiera que estoy más desnutrido, dije. ummmm, va de bajar libros pa' reconocer esa voz… y na'
-¿tan pronto te olvidaste de mi?
-"uf, peor todavía, pero si ni de mí mismo me acuerdo" (lo pensé na'más)
-Va pue, ahí te ponés pilas con tu aporte de la semana…
Me quedé todo frío. Mientras tanto, el cristo que iba en el anda fruncía más el seño cuando pasó enfrente mío. Sipués, a mí me miraba. seguro me estaba remendando la cara que yo también tenía: enojado, incrédulo o asustado. Retrocedí y empecé a gritar: taxi, taxi, taxi… necesitaba juntar la plata.

De repente cambie esta cosa, de repente...