lunes, 4 de octubre de 2010

el diario de septiembre

No se vayan a creer que he sido mal educado al no contarles sobre los viajes en el taxi. 'Es que'… -esas palabras -decía mi mama (sin acento porfa), así con su tono de sospecha- es porque estás preparando una mentira… y cabal, le atinaba la doñita. Pero no crean que voy a mentirles a ustedes. Me acordé de la frase por lo que empezaba a escribir… en fin, ya les contaré otro día como era mi querida madre, la doñita, cuando de mentiras se trataba la cosa...

Pues he estado de viaje estos días; y no se crean que estuve en el taxi; no, nada de eso, me ha tocado viajar en camionetas y microbuses. El taxi estaba en el hospital, reponiéndose de unas calenturas que le dio… se calentaba mucho el jodido. Es el carburador -dijo el mecánico-, se lo arreglo en tres días, es que hay mucho chance uste' -me dijo-; va pue, pero le pica, porque si no voy a perder a mis clientes. No, si el que está picado es este carburador y por eso calienta… porque bota todo el agua, lo que le da el equilibrio al bendito motor.

Qué cosas verda'. Cuando algo se pica, se calienta. Malaya, yo me sentí como maíz picado. No es regla general, solo le pasa al carburador. Pero como el jefe no quería que perdiera más tiempo, me mandó a conocer una parte del país… dijo que aprovechando que el taxi estaba en el taller, pues me tocaba irme en bus. Y de paso -me dijo -preguntá, a ver que piensa la gente de ustedes los taxistas...

Por cierto, debo agradecer a uno de mis cuates que cuando me vió todo dormitado en la terminal de buses, me ofrecio el servicio de lujo, y pues… la verdad, se duerme "calida'" en esos buses; ay! Cómo agradecí ese viaje… dormí como… no, si ni dormí -bueno, un poquitín- perdonarán mis lectores, pero es que traía encima un gordo -estaba bien dormido- me imagino que pensaba que yo era su colchon de agua. Una hora más de viaje y me aplastaba, de plano; menos mal que todo estuvo a tiempo, y terminé -todavía con eso- despertándolo para que me diera chance a salir del bus…

me acordé de mi mama (otra vez, sin acento porfis), porque si hay una cosa que me gusta más que todos los placeres de la vida, es el DORMIR. Sí, así como lo leen, porque ¿quién de nosotros, ahora de grande, no ha dormido 8 horas diarias, o 7 pues? ja!, porque si el día tuviera 28 horas, las 28 trabajaríamos. Es que somos "dialtiros" con el trabajo. Pero bueno, me acordé de esas dormidas que me daba de patojo: si me pasaba unos minutos, llegaba mi mama (ya saben), levantaba las sábanas y las chamarras y pum… dejaba ir el guacalazo de agua fría. Uy!, sentía aquel frío y me levantaba bañadito y de un tirón. Esas ganas del guacalazo tenía para con este don que venía ese día en el bus. Malaya de suertes que tiene uno, verda'?

Pero no les quiero desviar más de lo que quería contarles. Me enviaron por 15 días en bus y microbuses, y en mi equipaje, -si es que se le puede llamar así a los tres 'tanates' que andaba conmigo-, palabra que me dieron ganas de comprar un costal de nailon en el mercado, para echar todas mis cosas dentro y tirarlo sin ninguna pena en los buses, pero preferí apartar el tanate de la ropa, el del chance, y el de los libros: tres libros de geografía, dos de historia (yo me colé uno más de chistes… no te digo cuál era).

Día uno. Viajé todo el día. Dormí en casa de un cuate (con el de regreso, pues ya son dos días)
Día dos. Conocer las calles y avenidas, preguntar por direcciones, lugares turísticos, áreas no explotadas por el turismo local y el internacional.
Día tres. Me llamaron de la capi: ya está lista su nave. ah bueno, gracias, llego el fin de semana por ella. -Ala, no sea así uste', aquí tengo mucho chance y ya no hay espacio para otros carros, no podría mandar a un su cuate para que venga a traerlo. Lo que me faltaba me dije. Llamé al jefe y él mandó a traer el carro para dejarlo parqueado en su lugar de siempre.
Día cinco. ¿Qué comen aquí uste'? (comida pues, que se ha creído este baboso); cuál es la comida típica (aquí la pitza uste'. No te digo pues). Todo llega caro, yo por si acaso, me compraba una mi docena de guineos de seda, un mi bote de agua, unos mis aguacates y unas mis tortillas (todo es mío dijo el gato). Porque si gastaba en comedores, ya me imaginaba el grito del jefe: qué por qué tanta factura. Yo por si acaso mejor solo le entrego la factura de un tiempo de comida y ya, lo demás me lo espanto en la calle… un vaso de arroz con leche y unos panitos (mejor si es shequita), para el desayuno. Yo prefería el moshito, para tener algo más pesadito en la panza y aguantar para la hora de los guineos y aguacates del medio día… a veces me invitaba un conocido para la cena, y si no pues en ayunas.
Día cuatro. Me llamaron para reclamarme sobre la honestidad, la sinceridad, la verdad.
Día cinco. Todo maltratado el espíritu. Me apliqué rápido el método del "focusing" (yo lo escribo así como lo leí un día, hace mucho eso). ¿lo conocen? Ummm, sencillo. La vida es como un archivo que tiene muchas gavetas. Para resolver un problema, deben estar cerradas todas las gavetas y dejar abierta solo la que está causando el problema. Ya ven, lo que les decía, sencillo comprenderlo, pero ponerlo en práctica es otra cosa.
Día seis. No salí del hotel, me quedé todo el día leyendo, meditando, escribiendo y pensando en las cosas buenas o malas que uno hace. Escribí todo y luego lo quemé… pero aún así, me sentía en un gran tunel negro (como el libro de Sabato), solo que en este caso oía las palabras que me llegaban hasta lo más profundo de mis huesos, duelen: basura!
Día siete. Para distraerme un poco, salí a caminar en ese pueblo donde estaba, y me subí a un taxi. -lléveme al parque porfa, le dije- aprovechamos para platicar un poco, y le pregunté:

-oiga uste', que piensa la gente de ustedes los taxistas
- Ah, de todo uste'. Que somos mujeriegos, que no somos de fiar, que somos mala onda, unos imprudentes para manejar, machistas hasta la gran p… Así como le digo, de todo nos dicen uste'
- Si verda', le dije, pues vaya fama. Y será cierto todo eso?
- Pues todo junto, de plano que no. Una que otra cosa tenemos todos, pero para eso, no hay que ser taxista uste'. Porque también nosotros, así como nos ve de alegres, pues tenemos tremendas necesidades uste': llevar la comida a los hijos, ganar para comprar la gasolina y arreglar o comprar repuestos cuando este jodido se nos arruina, darle su mantenimiento y esas cosas; la pena de que el cliente que nos llevemos no nos robe. no, si para penas somos campeones, pero lo que le decía, sí tenemos alguito de todo, pero uste' cree que con todas esas penas que andamos, vamos a ser capaces de hacer daño.
- Pues de repente uste'
- Va, pero para cuando eso llega, lo mejor es pedir disculpas, no?
- Me quedo en esta esquina porfa. Pagué y me fui caminando.

Me fui a dormir bien entrada la noche. Esa noche mi propia sombra, que caminó conmigo en todo el trecho que hice al regresar al hotel, me espantó. Me le quise esconder, corrí para dejarla atrás y nada, seguía pegada a mi la babosa.

De repente hay que aprende a vivir o convivir con la sombra de uno, me dije. El cansancio me hizo dormir unas horas.

De repente les cuento otro día, los otros días que viví, pero será hasta otro día, cuando se suban a mi taxi...

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