Sonaba desde las cuatro de la mañana la canción de las
mañanitas. Costumbre que se ha hecho ya una fiesta en esta esquina. No hay
duda, es una buena oportunidad para levantarnos temprano y con el grupo de trabajo, de la escuela, o de
la iglesia vamos a cantarle a mamá en su día. Que yo recuerde, y eso ya unos
cuántos años, no se sale a cantarle a papá.
Vino a mi mente cuando en mi pueblo se llevaba la
marimba y se le pagaba a los músicos para que se “echaran” una de aquellas que
emborrachaba el corazón, y que la viejita sienta que la queremos mucho, aunque
no se lo digamos todos los días; porque de lo que soy yo, me cuesta expresar el
cariño que siento y llevo dentro. Ja! Como dirías vos: “el silencio de las tres
tortugas”.
Bueno, pero no nos despistemos, había veces que se
salía con la grabadora, grandota esa cosa, un ‘casete’ con las mañanitas del
tremendo Pedro Infante, o en su caso, se iba el grupo de marimba la “chispita” –Q.E.P.D-,
para deleitar a la madrecita en su día. Todo estaba coordinado en cuanto la hora,
los turnos, y el pago de los quetzalitos.
Las llevadas y traídas de la marimba que
se iba a tuto; en algunos momentos hasta corriendo porque ya estaba
amaneciendo. El chiste era tocar las mañanitas o el himno a la madre antes que
el sol empezara a levantar los brazos para que circule la sangre; desperezarse
y alumbrar a todos con su luz y que poco a poco sintiéramos su calor: saqarik
(buenos días).
Los que le ponían un poco más el toque a fiesta, como
cuando se celebra un cumpleaños pues –porque también hay todos los días, pero
no tanto como hoy que sonaba a cada rato- eran los que quemaban los 'cohetillos'.
Ah! Como me despertaron hoy esos jodidos; ya no pude dormir tranquilo y me levanté
como si tuviera la ‘resaca’ más grande de la noche.
Sin embargo, me dio tiempo para elevar una plegaria al
corazón del cielo, para agradecer a todas las madres que tengo y que sé me
cuidan: mi madre que me vio nacer y sufrió conmigo; la madre que me apoyo mientras
estudiaba; la madre que me recibió en su casa cuando visite y caminé tantas
aldeas hay en este país; a mi madre patria, aunque tengamos distintos
conflictos sociales y tremendas crisis provocadas por los que siempre se
aprovechan de su sencillez… me quito el sombrero y saludo a la madre joven, a
la madre anciana, a la madre niña –provocada por la inmadurez e irresponsabilidad
de los ‘machos’- que reclama que esta juventud tenga mayor y mejor información
y educación sexual… malaya la mentalidad de los dinosaurios moralistas…
De plano que debo ir para saludar a mi madre, no le
puedo mandar un mensaje de texto porque ella no tiene celular, así que
personalmente le traigo este recuerdo… por aquí paisano, déjeme por aquí. Aquí es
la casa donde vive ella: mi madre.
Se bajo del taxi, camino hacia la puerta verde y
pequeña. Llamó -jalando la pita que colgaba en la puerta- y se oyó que el bote
sonó allá adentro…
Yo salí disparado también, porque a pesar del trabajo,
también llevaría un recuerdo a mi madre que vive y, a mi abuela, a mi nana –Q.E.P.D.- que ya
no están en la casa, pasaron en mi mente, porque también fueron madres que marcaron
lo que hoy soy. Le oí decir al cura que Jesús es lo que su mamá le enseño, y yo
me dije, soy lo que doña Anita, doña Margarita, doña Julia y doña Gregoria me
dieron… ay! cuántas mamás tengo…
Malaya, de repente hablamos con mamá de estas madres que estuvieron con nosotros y que nos contaron tremendas historias de vida. Y vos,
vas hablar alguito con tu mamá?
de repente, digo yo...
de repente, digo yo...
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