jueves, 26 de febrero de 2009

25 de febrero


¿Somos los mejores productores de café o los que más exportamos café?

Los ixiles de Nebaj le sirven a uno un cafecito con chile. Cala en los huesos, con ese frio tremendo que hace por esos lugares cae bien. Ellos, los más modernos, dicen que es “etiqueta roja”, otros sencillamente dicen: “así nos enseñaron nuestros abuelos…”

-Es tremendo tomarte el café con ellos y oir sus historias de la guerra que sufrieron. Los mataron, violaron… y ahí están, resistiendo todavía. Exhumando a sus seres queridos, solo para enterrarlos dignamente. Es su derecho.

Es curioso, si tenemos el mejor café ¿por qué será que tomamos sólo lo que viene en la botellita y pum!? Nos preparamos al chilazo un cafetin, (la ventaja del microondas) y platicamos del mundo, de sus cosas, del perfume, de la loción, de las cosas de la vida. Aguantá, entrás a un lugar ‘cualquiera’ y pedis un café, te preguntan: “¿americano?”. Ah puchis! ¿… y el nuestro qué?, -lo pienso y no lo digo- ¿cuál será nuestro café?. El ‘kape’ dicen los q’eqchi’es.

-Corren por mi mente las 84 recomendaciones de la CEH. Muy pocas cumplidas, impunidad que da tristeza, todavía se dan su paquete de… –no se que-; pero no es para sentirse derrotado, se invierte màs dinero... ¿Cantidad de dinero que les pagaron para dejarnos esto? Hace 10 años muchá! Hay que seguir trabajando por la memoria, y decir ‘no al olvido’. La paz y la reconciliación son tremenda tarea para esta sociedad, dependerá de cómo lo queramos trabajar a nivel personal y comunitario, para hacer un mejor país.

Por cierto, yo no olvido, en esos pocos que no volverá a darse más, (de repente, quien sabe, como dice el refran aquel: no digas nunca nunca…) pude estar en el otro lado del mar, me tomé un café y me cobraron 5 euros, estaba caminando a las 4 de la mañana. ¿Vas a creer? Pues sí, entonces me recordé de aquella mujer:

Un “café con aroma de mujer”, decía aquel promo de novela que nunca llegué a ver, pero que a mí me gustaba mucho; me recordaba a doñita Margarita (flor para siempre), que quise mucho. Ella me esperaba en su casa y me daba el café hecho con tortilla quemada. Ah! Que rico!

Si hay un café con aroma de mujer
Ese es el tuyo madre,
Café hecho de corazón, dado con ternuna,
Preparado con amor.
Tu café no quita el sueño,
Da paz.
Tu café de tortilla de maiz;
Calienta hasta el corazón:
Escuchando tus consejos.
Por los años vividos allí.

-Y pum vuelven a pasar por mi mente las historias de las mujeres violadas sexualmente… de los 45,000 desaparecidos, de los niños y niñas que murieron, de los que lucharon –tomaron las armas- convencidos de que iba a cambiar, para mejorar la vida de las familias, de la comunidad, del país. ¿y la justicia?

-Ves, ahora que recuerdo lo del café, recuerdo a los ixiles, a los q’eqchi’es, a los k’ich’es, a los kaqchikeles, a los tzutujiles, a los chortis, a los achi… a todo el pueblo que fue masacrado en aquella guerra horrible; en aquel holocausto que vivio el pueblo indígena: 430 aldeas arrasadas y desaparecidas. El presidente dijo: en guatemala hubo genocidio, etnocido… Y recibió el informe de la CEH, en la misma fecha, el 25 de febrero.

Y Vos ¿qué hacías en esos años? ¿Qué historia conocés?

Me tomaré mi cafecito en casa, o de repente te invito, para que hagamos un repaso de cuánto se ha logrado cambiar en este bendito país, pero sobre todo, lo que está haciendo cada uno, vos y yo, nosotros, ellos y ellas…aquel y aquella ¿Qué han hecho? –ni te cuento, imaginátelo si querés-

Es mejor con un cafecito –y empezar en una cafetería-, y no como van hacer algunos: con los tragos, sus cigarros y sus demás cosas (aguantá se ponen trompudos porque ya no les dejan fumar en los antros esos…); mejor hablando claro, limpio y transparente, porque para ver las responsabilidades, hay que estar buenos y sanos, y eso es posible con un cafecito: “hay que crear nuevos símbolos, nuevos imaginarios, y nuevas prácticas que humanizan a las mujeres…” dice el campo pagado de hoy 25 de febrero, día de la dignificación de las victimas de la guerra interna en Guatemala; y revelador será aquello que entregó o entregará el ejército: los “planes contrainsurgente entregados al juez…” (…?).

Un café te desnuda, te abris al otro para que sean uno, te quedás como un gancho de pelo, colgado. Te imaginás esa tacita que abrazás con ternura A mì me gusta tomar un cafecito y mejor calientito. Así que me quito el sombrero –escribí hace unos años- ante la mujer, ante las mujeres, que recrean el mundo con otro color; y celebro el año nuevo maya 5,125 para que lleguen nuevos aires de vida, pureza, respeto; pido perdon porque yo tambièn he sido injusto… me perdonarán pero no me olvidarán. Parece que seré un fugitivo…

Me siento a tomar el cafecito, te espero…
Mientras tanto, del parque central la gente volvió a caminar para regresar a su casa, a su tierra, a su trabajo…
De repente llegarás… de repente.

sábado, 21 de febrero de 2009

4 de febrero

Al 14 de febrero, día del cariño le quitamos el uno (10) y nos quedan 4.
Fácil operación matemática para un país de 108,802 km2. Mas o menos, dependerá como quede el diferendo con el hemano país de Belice. El territorio es lo que ahora tenemos, amen de las tremendas metidas de pata de nuestros gobernantes…

Pero cuando nos quedamos en 4, viene a mi mente aquella madrugada. El cuartito de abobe en el que dormíamos se sacudía de un lado a otro. Sólo el grito de mi mamá fue el que me despertó.

“7.5 grados en la escala de Richter fue la intensidad del terremoto.
49 segundos fue el tiempo que duró el movimiento telúrico.
24,103 personas fallecieron por la sacudida, el 4 de febrero de 1976
Veintitrés mil muertos, más de 75 mil heridos, un millón y medio de damnificados y más de US$1 millón en daños materiales fue el informe final del Gobierno.
La falla del Motagua, que atraviesa el 80 por ciento del territorio guatemalteco, fue la que provocó el movimiento telúrico”


Este mes no he dejado de pensar en lo bonito que han sido las casas de adobe, a pesar de esta parte dolorosa que sufrió el pueblo.

El adobe, todavía se hace en las comunidades del occidente. Ha cambiado en algunos lugares… cuando uno mira las casas esas, sólo cajones se ven, hechos de block, cemento… gracias a las remesas que se recibieron de los paisas, pero no cambia nada la realidad del hambre, la enfermedad, la muerte…

¿Qué será?

Yo sigo pensando en mi casita de adobe… la casita que me salvó de morir. Tiempos aquellos en el que usamos el terreno de los tios, para vivir juntos en la tremenda champa; jugar de noche, reirnos a carcajadas, a pesar del dolor y el miedo que teníamos en la noche.

Hoy este país tiembla de miedo, de dolor, de impotencia, ante la inseguridad; de contemplar la forma en el que se mata a las personas; de la impunidad que ha calado en la historia de la justicia, de la educaciòn, de la salud, del ambiente del día a día…

¿Qué casa segura necesitamos?

De repente me construyo una mi casita… de repente.

martes, 10 de febrero de 2009

¿En qué le puedo servir?

Me ha sonado esa farsa en un banco local. La señorita me dijo “¿en qué le puedo servir?” Mientras se miraba las uñas, después como que buscaba algo en su bolso, luego preguntó por un papelito a la otra seño de al lado… me soltó una risita (que falsa me dije en mis adentros)…

'Malaya' suerte la mía, llamaron por teléfono. Pa’ qué te digo… haber, decía: “no para nada… (y yo qué –contestaba en mis adentros- pintado estoy) dígame… ajá… no le creo. Vaya, está bien… para servirle”. Otra vez la palabra… pero esta vez si fue con cariño. Continuó… “sí le llamo luego… sí, ya le dije…”

Yo esperando ahí sentado en frente… quería gritar. Mejor respiré profundo y “contá hasta diez” me decían mis recuerdos de consejos para mantener la calma. De plano que alguna cámara me registró con cara de sospechoso…

Que le voy hacer, estaba enojado.

Después de un rato, me repite esa su frase… esa que te dije. De seguro que le respondí muy serio porque me miró con cara de pocos amigos. Ahora sucede que yo le “jodo” su rato de alegría…

Cabal me acordé de una licda., que comentó en clase esto de “¿en qué le puedo servir?” Me reí de ese rato alegre en clase y con lo que estaba viviendo, ahora, en “este rato”. De seguro le parecí loco a la secre del banco que se me quedó mirando, hizo su mueca esa… y de plano pensó: “loco”

Así pasa con esta amabilidad que tiene esta burocracia de los servicios públicos… salí corriendo para mi chance, porque allá no me perdonan que pierda el tiempo… en cualquier momento me lo echan en cara.

No me queda más que decir a los que me esperan en la oficina… “perdone, mucho tráfico” (mentiroso el hombre, solo por salvar a la bendita secre del banco). Y dale que me salió el “perdone” también a mí.

De repente creeré, la próxima vez, en esa frase que me dijeron en el banco

... de repente

martes, 3 de febrero de 2009

si pudiera...

Hace un par de días me llamaron para hacerme la propuesta:

“te vendo mi moto” (…)
Ajá (…)
Casi nueva (…)

Total, nunca fui a ver la bendita moto.

El otro día probe otra moto. De subirme a ella (o en ella), para echarme un “mi colaso” (o colazo) en la calle…Estaba algo viejita (la moto) y no me gustó mucho…

También le dije al hombre que no la podía comprar; que tenía que hacerle arreglos, que esto otro… que no me salía bien la compra. ‘Eyceitera, eyceitera…’ Creo que se enojó por no comprársela. Cómo es la gente verdad, si no hay un compromiso de palabra dada, pues no hay problema… por qué entonces se enoja. Las gentes y sus cosas.

Eso del par de días y lo del otro día es sólo un recurso en la redacción. Fue en uno de esos montones de días. Porque las ganas de comprar la moto la tengo desde hace unos dos o tres años, o más quizá…

La verdad, nunca pierdo la oportunidad de entrar a una tienda de motos, para montar una y otra vez los estilos. “¡Qué calidá!” “puro calidad de motos”. Pregunto los precios y luego me encojo por dentro porque es sólo una ilusión la que tengo en querer comprar una moto.

Voy por las calles y veo a los motoristas que pasan por mi camino: lleva el mensaje (rapimandados), la pizza (cualquiera), el pollo (pa’ que te cuento, el campero: tierno jugoso y crujiente. Ay! como extraño ese pollo…), la comida china (el chinito veloz), el que abre las chapas de carros (de los que estàn autorizados pue’), el de la farmacia (increible!), el mensajero de la empresa x, el poli, el de ‘seguridá’… el ratero o los rateros… tremendo todo.

Motos hay para todos los gustos y necesidades; hay de todos los estilos. En algunas motos van hasta cuatro. Es un peligro, deveras, va la familia montada en esa moto que es de 125 cc. Pues no le queda de otra al pueblo, si es el vehículo que tiene para regresar a casa o ir al trabajo. Es arriesgado, pero así se mueven muchos en este bendito país.

Te has dado cuenta que hay cuates que llevan el casco en la mano o amarrado al timón. Es que “no hay que ser…” diría cantinflas. ¿Y si despuès –no lo quiera Dios- te tira un carro, un camión?

Hay tanta imprudencia que siempre pasa algo grave con los “motorizados” estos: los tira un carro, les roban la moto, o ellos se le cruzan a uno… es tremendo, tremendo, tremendo…¡¡URGE MOTO CAR!! (Sipués, ya me hicieron caso…)

Me he resistido a la moto. Razón, alguien me dijo: “quiero envejecer con vos y aprovechar viajar en moto para conocer los lugares que no conocemos. Irnos en plan descanso”… yo dije que así será… y ya ves, estoy solo; me empiezan a salir las canas; aquello sólo fue una ilusión.

Esa quizá es la razón del por qué no he comprado la moto…
Ya se, ya se. Es tonto de mi parte, porque antes de conocerla a ella, yo ya andaba en moto: corria con el pueblo en moto; iba donde el pueblo en moto, subia y bajaba montañas, carreteras y veredas; nos mojamos juntos, cruzamos ríos, vi lunas, soles, animalitos que se me atravesaron…

Recuerdo que me caí un 13 de mayo. ¡Por la gran púchicas!… cachimbazo, me dolio todo el cuerpo. Pensé que iba a saltar igual que mi corazón en ese momento, pero el tronco me dijo “neles”. Única caída de emoción, sueños, recuerdos, hamacas… es que iba pensando en todo lo bonito de la vida con el pueblo aquel.

También recuerdo que en un lugar apartado, de esos de “por ahi”, el cielo se puso gris; bien gris que daba miedo y de repente se puso a llover… de plano que vio mi corazón –me dije en ese rato- porque yo tambièn lloré… dejé que me bañara con su lágrima, como yo bañé a mi corazón de mis lágrimas.

Ya vez, por muchos años, la moto fue mi compañera de vida. Ella y yo éramos un solo cuerpo en aquellos años… entonces no sé por qué no la he comprado todavía…

De repente la compro este año, y así para podré hacer la caravana del zorro el próximo año… aprovecharé a pedirle al moreno su bendición. No creas que es hacia esquipulas donde va a ir mi caravana… es allà donde el pueblo. Dónde está el verdadero moreno: el pueblo.

Con casco, moto y mi pañuelo en el pescuezo… cómo tengo nostalgia de esos tiempos bonitos en mi moto. Ahora ya no es igual; de repente. Ya vas a ver… de repente será bonito otra vez…