¿Somos los mejores productores de café o los que más exportamos café?
Los ixiles de Nebaj le sirven a uno un cafecito con chile. Cala en los huesos, con ese frio tremendo que hace por esos lugares cae bien. Ellos, los más modernos, dicen que es “etiqueta roja”, otros sencillamente dicen: “así nos enseñaron nuestros abuelos…”
-Es tremendo tomarte el café con ellos y oir sus historias de la guerra que sufrieron. Los mataron, violaron… y ahí están, resistiendo todavía. Exhumando a sus seres queridos, solo para enterrarlos dignamente. Es su derecho.
Es curioso, si tenemos el mejor café ¿por qué será que tomamos sólo lo que viene en la botellita y pum!? Nos preparamos al chilazo un cafetin, (la ventaja del microondas) y platicamos del mundo, de sus cosas, del perfume, de la loción, de las cosas de la vida. Aguantá, entrás a un lugar ‘cualquiera’ y pedis un café, te preguntan: “¿americano?”. Ah puchis! ¿… y el nuestro qué?, -lo pienso y no lo digo- ¿cuál será nuestro café?. El ‘kape’ dicen los q’eqchi’es.
-Corren por mi mente las 84 recomendaciones de la CEH. Muy pocas cumplidas, impunidad que da tristeza, todavía se dan su paquete de… –no se que-; pero no es para sentirse derrotado, se invierte màs dinero... ¿Cantidad de dinero que les pagaron para dejarnos esto? Hace 10 años muchá! Hay que seguir trabajando por la memoria, y decir ‘no al olvido’. La paz y la reconciliación son tremenda tarea para esta sociedad, dependerá de cómo lo queramos trabajar a nivel personal y comunitario, para hacer un mejor país.
Por cierto, yo no olvido, en esos pocos que no volverá a darse más, (de repente, quien sabe, como dice el refran aquel: no digas nunca nunca…) pude estar en el otro lado del mar, me tomé un café y me cobraron 5 euros, estaba caminando a las 4 de la mañana. ¿Vas a creer? Pues sí, entonces me recordé de aquella mujer:
Un “café con aroma de mujer”, decía aquel promo de novela que nunca llegué a ver, pero que a mí me gustaba mucho; me recordaba a doñita Margarita (flor para siempre), que quise mucho. Ella me esperaba en su casa y me daba el café hecho con tortilla quemada. Ah! Que rico!
Si hay un café con aroma de mujer
Ese es el tuyo madre,
Café hecho de corazón, dado con ternuna,
Preparado con amor.
Tu café no quita el sueño,
Da paz.
Tu café de tortilla de maiz;
Calienta hasta el corazón:
Escuchando tus consejos.
Por los años vividos allí.
-Y pum vuelven a pasar por mi mente las historias de las mujeres violadas sexualmente… de los 45,000 desaparecidos, de los niños y niñas que murieron, de los que lucharon –tomaron las armas- convencidos de que iba a cambiar, para mejorar la vida de las familias, de la comunidad, del país. ¿y la justicia?
-Ves, ahora que recuerdo lo del café, recuerdo a los ixiles, a los q’eqchi’es, a los k’ich’es, a los kaqchikeles, a los tzutujiles, a los chortis, a los achi… a todo el pueblo que fue masacrado en aquella guerra horrible; en aquel holocausto que vivio el pueblo indígena: 430 aldeas arrasadas y desaparecidas. El presidente dijo: en guatemala hubo genocidio, etnocido… Y recibió el informe de la CEH, en la misma fecha, el 25 de febrero.
Y Vos ¿qué hacías en esos años? ¿Qué historia conocés?
Me tomaré mi cafecito en casa, o de repente te invito, para que hagamos un repaso de cuánto se ha logrado cambiar en este bendito país, pero sobre todo, lo que está haciendo cada uno, vos y yo, nosotros, ellos y ellas…aquel y aquella ¿Qué han hecho? –ni te cuento, imaginátelo si querés-
Es mejor con un cafecito –y empezar en una cafetería-, y no como van hacer algunos: con los tragos, sus cigarros y sus demás cosas (aguantá se ponen trompudos porque ya no les dejan fumar en los antros esos…); mejor hablando claro, limpio y transparente, porque para ver las responsabilidades, hay que estar buenos y sanos, y eso es posible con un cafecito: “hay que crear nuevos símbolos, nuevos imaginarios, y nuevas prácticas que humanizan a las mujeres…” dice el campo pagado de hoy 25 de febrero, día de la dignificación de las victimas de la guerra interna en Guatemala; y revelador será aquello que entregó o entregará el ejército: los “planes contrainsurgente entregados al juez…” (…?).
Un café te desnuda, te abris al otro para que sean uno, te quedás como un gancho de pelo, colgado. Te imaginás esa tacita que abrazás con ternura A mì me gusta tomar un cafecito y mejor calientito. Así que me quito el sombrero –escribí hace unos años- ante la mujer, ante las mujeres, que recrean el mundo con otro color; y celebro el año nuevo maya 5,125 para que lleguen nuevos aires de vida, pureza, respeto; pido perdon porque yo tambièn he sido injusto… me perdonarán pero no me olvidarán. Parece que seré un fugitivo…
Me siento a tomar el cafecito, te espero…
Mientras tanto, del parque central la gente volvió a caminar para regresar a su casa, a su tierra, a su trabajo…
De repente llegarás… de repente.