Uno de estos domingos, leía en el periódico una entrevista que le hacían a un escritor. Le reconocían sus memorias que tenía como poeta, critico, su nuevo libro, etc, etc… este don decía que este pueblo es iletrado; no lee porque le gusta, sino porque se lo imponen, están obligados. Lo más triste es que no entienden lo que leen, decía… (En parte tiene razón, pensé, pero por otra hay que ver los “maistros” de ahora… -algunos pues- no sea que me pongán una “x” por falso) y continuaba: que no te apoyan, que no esto, que no esto otro, que esto… en fin, guiri, guiri, iba la entrevista. Me levanté de la acera en el que estaba sentado, devolví el periódico y pensé mientras trabajaba:
Debo reconocer que soy un afortunado porque en estos últimos tres años me he vuelto un adicto a la lectura. He leído cantidad de libros, para que te cuento; pero de los privilegiados que soy, ya no puedo comprar más un libro, mi presupuesto ya no me alcanza… ahora solo miro los libros, me paseo por las grandes libreras y ojeo- hojeo (serà que se dice así tambièn porque voy leyendo un poquín) las páginas… me digo: “lástima… no podés comprar más manito”.
Se agradece cuando uno va a la presentación de un libro, de esos montones que hacen aquí, (aprovecho a cenar tambièn, no sea que…) y le regalan a uno el libro. Malaya suerte la mía, el otro día fui a una de estas presentaciones, y pum, ya no caché libro…
Cuando me regalan un libro, es como el juguete que quería cuando patojo… me hace viajar a esos lugares bonitos que nunca voy a conocer, transformarme en un personaje de la historia, o compararme con algunos de ellos, imaginarme eso es bonito.
Ya sé, ya sé, la realidad es otra, pero lo bonito de la literatura es que te da una paz interior… eso sí, escojo lo que leo, porque no por más publicidad que le hagan a un libro es bueno, porque los hay. Por eso es que voy a las librerías para ver que hay. Aunque pensándolo bien, me he leído algunos de esos libros donde al personaje o los personajes estos solo les gusta hacer pisto y venden su libro, nimodo, como no hay más que leer… (sí, sí lo sé, tambièn la literatura es relativa: lo que a mi no me gusta, a otros les gusta).
Hay lecturas que definitivamente nos hacen pensar que todavìa es posible un “nunca más”; por ejemplo me regalaron uno sobre memoria e historia que se llama “srebrenica”: tremendo, doloroso, es la denuncia de violaciones a los derechos humanos…
Lo que es un limosnero literario (o sea yo), (¿existirá esa palabra?) conozco una casa que tiene cantidad de libros y siempre me estoy llevando uno para leerlo; me los devoro como una polilla, y los devuelvo sin más, tomo otro y zas! … ya quedan pocos por leer, espero que no me echen de esa casa antes de terminar esa fuente de letras…
Es verdad, también están las bibliotecas de las universidades, la biblioteca nacional. Todas ellas tienen sus procedimientos. Debo confesarlo, también he consultado algunas de estas casas, y pues he aprovechado mucho…
Ah, también he estado en el internet. Llegué muy tarde, cuando empecé a bajarme algunos libros… pum, la página cerro!!! (o la cerraron, una de dos). Solo pude bajarme un libro para ser sincero: los diez mandamientos, de Fernando Savater. Tenía este libro, pero alguien se lo quedò… así pasa con los libros…
Es decir, soy un afortunado, puedo leer, tengo oportunidades de encontrarme con ellos, en cualquier lugar que llego hay un libro, o unas páginas de libros. Es como mirar a una chava en la calle, te le quedás mirando hasta que desaparece… así es el libro para mí…
Ahora entiendo cuando me decìan “¿Estás ido? ¿Qué pensás? ¿Por qué no decís algo?...” a mí me cambiaron porque sólo pensaba en los libros, en los viajes, en el chance, en lo que hay que transformar. Y pues ellos son felices y yo tambièn…
Leo en mi silla, en mi cama, en el piso de la casa que alquilo (porque hasta eso no es mío)… pero me siento bien ahí, leyendo un libro. Sí, sí sí, hay gente que lee en la playa, en su casa que tiene a la orilla del lago, en el hotel, en eso… de verdad que son dichosos ellos…
Pero por favor, te lo suplico, no le digas a mi pueblo tonto, analfabeta, iletrado, ignorante, cuando no le has dado un libro al alcance de sus manos (digo bolsillos). El libro està todavía lejos para mi pueblo… Tampoco lo comparés con otros países, porque no es justo. Dichoso vos que has viajado y has hecho “cultura” con ellos, pero eso no significa que los de allá son mejores o peores… sólo tienen mayor oportunidad que nosotros…
Yo le agradezco a mi seño de idioma, me enseñó a leer con el pueblo. Y eso es lo más bonito: que compartás con el pueblo… mientras tanto, debo ahorrar para regalarle los libros en su cumple, en el dìa del niño, en la navidad (o reyes) a mis hijas. Ellas ya son unas polillas de los libros…!!! También he leído sus cuentos maravillosos de su librera… no me queda de otra, me hago un güiro con ellas.
De repente…
Ya vas a ver, el pueblo también leerá… y preparate!!!